Cierro los ojos y veo la tarde de otoño, donde entre besos y abrazos mi vida cambió. Y sin pedirte nada con tanta inocencia, supe que serías mi único amor. Después llegaron los días donde la tristeza, le fue robando los sueños a mi corazón. Yo los busqué pero no tuve nunca respuestas y no comprendí que fue lo que nos separó. Fui recordando todas nuestras locuras, conversaciones, sueños y desilusiones ;y caí en que la culpable no había sido yo. Ya se notaban las lágrimas en mi rostro cuando cojía el teléfono y marcaba los números que tan bien recordaba de las otras veces que buscaba conversación en ella. Durante más tiempo del que parecía, una sucesión de insultos y llantos fueron la única conversación que llegamos a tener. Le colgué bruscamente y miles de ideas taladraban mi cabeza, pero sólo una tenía realmente clara: él jamás volvería a quererme por culpa de la que una vez fue mi mejor amiga.
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